Manatíes y Seres Humanos

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¿Sabías que en Florida es ilegal abrazar y montar a un manatí? De acuerdo con la Florida Manatee Sanctuary Act, una ley que concierne a la protección del manatí, es completamente ilegal acosar, molestar o abusar de cualquier modo a uno de estos mamíferos marinos, lo que incluye abrazos y la acción de montar su cuerpo.

Décadas atrás los seres humanos podían tocar a los manatíes, pero dada la situación actual de estos animales se ha tornado completamente imprescindible protegerlos de cualquier elemento que pudiera provocarles estrés o disturbios en su hábitat.

La relación entre manatí y ser humano ha sido larga; basta recordar que la presencia de los sirenios data de hace unos 50-60 millones de años. Sin embargo, no poseen una distribución cosmopolita y sus poblaciones son menos numerosas. Ahora ellos enfrentan una vida plagada de amenazas.

Los manatíes tienen injerencia en la vida de los humanos y éstos a su vez en la de los manatíes. Esto puede observarse en tres grandes áreas: en el ámbito de la cultura, en el ámbito de las actividades turísticas y en el de las amenazas.

Muchas culturas amerindias y africanas dan cabida a mitos y leyendas sobre los manatíes, y de hecho los nativos de América les daban caza para preparar un remedio que, según ellos, podía curar el asma y el dolor de oídos. Aun más interesante es que las historias de sirenas, a menudo representadas en la pintura, la escultura, la literatura y la tradición oral, entre otras artes, pudieron  haber estado vinculadas con la visión de los manatíes, cuyas hembras poseen dos mamas como las mujeres.

Ahora bien, cabe recalcar que los triquéquidos son muy sensibles a los cambios de temperatura y no sobreviven en aguas frías o que tengan una temperatura inferior a 15 grados centígrados. Por eso, muchos migran en invierno hacia zonas más cálidas y algunas poblaciones se adentran a los canales o cuerpos de agua con una temperatura acorde con sus requerimientos. Su presencia en algunas de estas zonas es aprovechada por algunas personas para establecer centros turísticos que ofrecen nadar con estos mamíferos.

El peligro que entraña la interacción de los manatíes con las personas no puede ser fácil de ver. Por naturaleza, los triquéquidos no han desarrollado un comportamiento defensivo, son pacíficos, tranquilos y ocasionalmente curiosos. Por eso, no es raro que después de unos intentos un manatí permita que una amigable mano le acaricie el abdomen o el dorso, quizá colocándose de espaldas. Pronto pueden desarrollar una simpatía por los seres humanos, como ha ocurrido con los individuos que han estado en cautiverio.

No parece existir nada de malo en estos acercamientos. Una gran parte de las personas demuestra interés por su protección y su bienestar. Pero recuerda, los manatíes son muy sensibles y generalmente solitarios, por lo que el contacto con muchas personas en su hábitat natural puede crearles estrés y otros tipos de perturbación. Tampoco es recomendable alimentarlos o darles de beber, ya que se corre el riesgo de que experimenten cierta dependencia hacia los humanos.

No es un secreto que la relación humano-manatí no ha sido precisamente bienhechora. Es cierto que la caza de manatíes para aprovechar su piel, su grasa y su aceite se ha visto reducida, pero aún persiste la práctica a pequeña escala. Entretanto, la destrucción de su hábitat, las colisiones con embarcaciones, el calentamiento global y otros factores no hacen más que poner en peligro a los manatíes.

En Estados Unidos se han reportado algunos casos de arrestos y multas hacia personas que han establecido contacto directo con los manatíes, debido a que sus actos se han considerado acoso. Por supuesto, esto no significa que es necesario evitarlos, simplemente se sugiere el respeto hacia su naturaleza y sus requerimientos. Si bien ahora no existe una relación idílica con los manatíes, se confía en que podrá lograrse el mejoramiento de su estado de conservación.

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